martes, 8 de julio de 2014

La profecía

Una profecía autocumplida es, como su nombre indica, aquella que se cumple por sí misma. La predicción provoca que una o varias personas se comporten como si dicha predicción fuese cierta, de manera que es su propio comportamiento el que determina que la profecía se acabe cumpliendo.

Las predicciones se pueden hacer respecto a uno mismo, respecto a otros o respecto a sucesos; y pueden ser individuales o compartidas, positivas o negativas.

En el terreno de la educación, hay experimentos en que se ha dicho a profesores que determinados alumnos, en realidad elegidos al azar, eran más brillantes, obteniéndose como resultado un aumento en el rendimiento de dichos alumnos. El motivo es que los profesores se han formulado una serie de expectativas y han tratado a los escolares de acuerdo con dichas expectativas, empleando más tiempo y esfuerzo en ellos. Este fenómeno se conoce como "efecto Pigmalión" o "efecto Rosenthal".

En el terreno experimental tenemos el llamado "sesgo de investigación" o "sesgo del experimentador", que consiste en que los científicos que realizan una investigación influyen de manera inconsciente en la misma, de manera que encuentran el resultado que esperaban encontrar.

En la vida cotidiana, una persona que cree poder conseguir algo (por ejemplo, aprobar un examen) actúa conforme a esa creencia (estudia, se esfuerza), con lo cual es muy probable que acabe consiguiendo lo que espera. Por el contrario, si piensa que no tiene probabilidades de conseguir lo que quiere no se esforzará y casi con toda seguridad fracasará.

Así, el optimismo funcionaría como una profecía que se cumple por sí misma. Quienes son optimistas esperan alcanzar lo que desean, por ello perseveran y tienen más probabilidades de obtener mejores resultados en las distintas facetas de la vida (salud, trabajo, amor...), lo cual confirmaría su predicción optimista.

Ya lo dijo el poeta Virgilio: "Pueden porque creen que pueden".

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