lunes, 24 de marzo de 2014

Ave de paso

Contaba el prestigioso filósofo Bertrand Russell que la cultura china le había enseñado a pensar en largos períodos de tiempo, y a no verse reducido a la desesperación por la maldad del presente.

En esta vida jugamos con dos ventajas: primera, que todo lo malo es temporal (la propia vida es temporal); y segunda, que no podemos predecir el futuro, por lo que en igualdad de condiciones solo nos queda esperar lo mejor.

A veces perdemos la perspectiva y pensamos que algunas situaciones que nos parecen insoportables no cambiarán nunca, como le ocurre al adolescente que llega a su casa llorando tras volver de clase porque allí se burlan de él, sin tener en cuenta que dentro de un tiempo estará demasiado ocupado con su trabajo y su familia, o con otros proyectos, como para acordarse siquiera de la mezquindad de sus antiguos compañeros. O como le sucede al enfermo sumido en una profunda depresión, que no es capaz ni de imaginar volver algún día a disfrutar de algo.

La Real Academia Española define la desesperación como la pérdida total de la esperanza, y ésta a su vez como un estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Lo cierto es que la esperanza no tiene nada que ver con la realidad, que será lo que tenga que ser, sino con lo que nosotros esperamos de ella. ¿Por qué no intentar esperar lo bueno si no tenemos motivos que justifiquen esperar lo contrario?

Puede que en algunos momentos de nuestra vida conseguir esto nos resulte una ardua tarea. Como decía el político italiano Sandro Pertini, "a veces en la vida hay que saber luchar no solo sin miedo sino también sin esperanza".

Con esperanza o sin ella, lo importante es vivir.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Russell, Bertrand (1961): "The Basic Writings of Bertrand Russell". Edited by Robert E. Egner and Lester E. Denonn. London: Routledge.

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